Hoy tenemos la suerte de contemplar una colección de cuadros pintados por Heinz Greissing, pintor austríaco del paisaje de Ronda, atraído y atrapado por la luz, “LA LUZ DE RONDA”, según su propia expresión, exclusiva.
Sus cuadros nos transmiten la CONTEMPLACIÓN de un paisaje, una imagen de la ciudad, con un contenido profundo, donde se integran la naturaleza, la historia, la arquitectura, la acción humana y las circunstancias que transcienden al hombre. Es una historia condensada. Sus cuadros dan una completísima información, fruto de las horas y horas de contemplación que Heinz experimentó desde la cornisa de la Virgen de la Cabeza.
El río Guadalevín, en el transcurrir de los siglos generó el cortado rocoso donde se “asoma” la ciudad. La acción de los elementos le dio el carácter y matizó la estampa; la vegetación de color cambiante y la acción en el tiempo del viento y la lluvia imprimieron las texturas y el color de la roca. El hombre construyó la ciudad atrevidamente al borde del abismo dejándola ver en una línea coronando la roca su impronta histórica de arquitecturas y culturas.
El último puente del S.XVIII, tras uno romano y otro árabe, da testimonio de la perseverancia ciudadana por enlazar las partes del territorio separadas por el río y manifiesta su orgullo tras los fracasos de intentos contemporáneos anteriores. La Iglesia de Santa María nos habla en su arquitectura de preexistentes templos romanos, mezquitas árabes y estilos arquitectónicos de civilización cristiana. La Hoya del Tajo transmite en su geometría labores moriscas de la agricultura transformadora del paisaje. Todo constituye la imagen misteriosa que se ha fraguado desde tiempo inmemorial y queda reflejada en el cuadro.
Pero esta imagen no es estática, está en continua evolución. Greissing OBSESIVAMENTE la plasma en sus cuadros en el transcurrir del tiempo, su tiempo, reflejado en las estaciones del año, los verdes de primavera y los amarillos del verano, el transcurrir del día, en la luz de la mañana que ensombrece el cortado y de la tarde que desde el ocaso lo ilumina deslumbradoramente, el rápido cambio del cielo al paso de las nubes, la cambiante LUZ Y COLOR, que son su reto, solo hay que imaginar sumar a esta CONTEMPLACIÓN los trinos de pájaros y quizás el canto de los primeros grillos de la tarde, que le sorprendieron, ensimismado en su empeño y el suave viento que se levantó al llegar el atardecer pero que aún le permitía mantener el lienzo estático anclado al caballete con grandes piedras y al ESPEJO que le permita ver por delante y por detrás en un intento de integrar en el lienzo todo que lo circunda, alternado en RAYAS las vistas, quedando él mismo integrado como un elemento más de un conjunto unitario.
Pero además, se suma, que Greissing ha ejercitado esta CONTEMPLACIÓN durante infinidad de horas en 50 años de fidelidad de SILENCIO CONTEMPLATIVO, para dejarnos su testimonio. Lo que solo ha vivido él, cuando todo le habla y transmite y puede legarnos algo transcendente que constituye su CONTEMPLACIÓN.
La creación artística supone un salto en el vacío. Unos pinceles, los colores, el lienzo, solo son elementos materiales simples pero la mano creadora del artista da a luz al MISTERIO DE LA BELLEZA.
Javier Carrasco Sáinz
(Comisario de la Exposición)