El pasado fin de semana vivimos una experiencia inolvidable cultivando la mirada y la actitud contemplativa que nos permiten vivir una vida plena, feliz.
La propuesta del encuentro al que fuimos convocados por Arunda Silente consistió en algo simple y difícil a la vez: desconectar para re-conectar. Desconectar del ruido y de todo lo que atrapa nuestra atención reteniéndola en la superficie para re-conectar con la propia interioridad que alberga la riqueza infinita y eterna que somos.
Alternando tiempos de silencio y palabra; de quietud y movimiento, fuimos aproximándonos a la esencia del propio ser. Mediante actividades que nos introdujeron en el silencio nos dispusimos a la escucha atenta de todo lo que nos re-conecta con lo más interior de nosotros mismos: paseos con plena conciencia que nos permitieron disfrutar del maravilloso entorno que nos acogía; charlas para animar y sostener la experiencia del silencio; trabajo de autoconocimiento en plena naturaleza facilitado por caballos de doma natural; espacios de meditación…
El domingo por la mañana tuvimos ocasión de vivir una experiencia única que, de algún modo, cerró el círculo de todo lo que estábamos descubriendo: la visita a la Cueva de la Pileta y la meditación en la denominada “Sala del Pez”, dejándonos abrazar por el silencio amable y acogedor que ese espacio tan singular nos regaló. Allí, respirando con plena conciencia en el seno de la tierra, entramos en las profundidades del propio ser de manera suave y confiada.
Os dejamos aquí el precioso vídeo que hizo con todo cariño una de las participantes y que recoge algunos de los momentos del encuentro. Pincha aquí para visualizarlo.
Gracias a Ronda que nos brindó lo mejor de sí misma; gracias a la Domus Silentium que nos acogió; gracias a todas las personas que, con su participación entusiasta, nos regalaron la posibilidad de destilar de cada instante vivido el néctar que sacia el anhelo de felicidad y plenitud que anida en el corazón humano.
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