Arunda Silente abrió sus puertas a Ronda y al mundo el 14 de mayo de 2021 con una exposición de pintura de Heinz Greissing,
Los cuadros del que sus amigos llamaron «el pintor austríaco de Ronda» recogen en su pincelada tan característica retazos del alma de este gran artista. Cuando un periodista preguntó a Heinz cómo sabía que el cuadro que estaba pintando estaba terminado contestó: “Si salta algo de tu alma en el lienzo y tú lo reconoces entonces sé que la pintura ha terminado”.
Durante los meses que duró la magnífica Exposición, entrar a la Domus Silentium y contemplar su imagen majestuosa dándonos la bienvenida, era introducirnos de su mano en la esencia de lo que nuestra Asociación quiere ser: un medio al servicio del crecimiento personal.
Sabemos que no hay crecimiento sin ese silencio que nos permite recibir la luz interior que nos va mostrando el camino de la propia plenitud y nos regala una mirada contemplativa, atenta, una mirada que capta sin intención de manipular, acogiendo lo que es permitiéndole ser. Esta fue, sin duda, la mirada de Greissing que hizo posible su creación. Una creación bellísima, que nos habla de su percepción de unidad con todo lo que existe, de la que pudimos disfrutar en esta muestra de la que os dejamos aquí algunas fotos.
La luz de Ronda sedujo a Greissing. De ella dijo: “No hay luz, desde Viena hasta aquí, como la de Ronda”. Y su anhelo de totalidad y plenitud le llevaron a dedicar su vida entera al desarrollo personal y artístico descubriendo en la pintura el camino para realizarlo. Ronda tuvo mucho que ver en esto.
Como nos dijo Anna, la hija del gran Greissing, en su discurso el día de la inauguración de la sede de Arunda Silente y de la exposición de su padre con la que dio comienzo la actividad de nuestra Asociación: “Si esta exposición se entiende como un homenaje de Ronda a la obra de mi padre, para mí también es cierto que vale lo contrario: esta exposición es una reverencia póstuma de mi padre a su ciudad y sus amigos rondeños”.
Hoy quedan, como testigos de esos días en los que parte de la obra de Enrique engalanó las estancias de la planta baja de la Domus Silentium, un vinilo con su autorretrato en la entrada del edificio y una impresionante vista del Tajo en el óleo que Eva Greissing, con la magnanimidad que la caracteriza, cedió a este espacio para que todas las personas que participaran en las actividades de Arunda Silente pudieran disfrutar de él.